José Hernández (1834-1886)
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No
efectuó estudios regulares ni universitarios, pero gracias a sus
brillantes dotes naturales, llegó a ser soldado, periodista, poeta,
legislador, taquígrafo, y sabiendo desempeñar cada una de estas tareas
con destacada capacidad. Por una enfermedad pulmonar, Hernández se vio con frecuencia obligado a interrumpir sus tareas escolares. Sin
embargo, su primer maestro, Pedro Sánchez, advirtió que el niño poseía
dotes espirituales excepcionales y que era de generosos sentimientos,
franco, decidido, inteligente y asombraba, sobre todo, por su prodigiosa
memoria. Este prodigio de su
naturaleza, siendo ya hombre, causó asombro en los salones mundanos,
donde fue sometido frecuentemente a las más duras pruebas de retentiva, a
las que siempre supo afrontar con verdadera decisión y felicidad. Se
cita el caso de que se le dictase un centenar de palabras variadas, al
acaso formando oraciones, y sin leerlas, las repetía, formando las más
variadas combinaciones: normalmente, al revés, salteándolas de una en
una, o de dos en dos, intercalando versos que improvisaba sobre pie
dado, en fin, era un verdadero diablo de la memoria.
Pero
su apego al estudio contribuyó a dañar su salud, y sus padres se vieron
obligados a hacer un paréntesis a su vida escolar y mandarlo al campo,
trasladándose con su padre, que recogía haciendas para los saladeros de
Cambaceres y Panthou. En
Camarones y en la Laguna de los Padres (próxima a Mar del Plata), se
hizo gaucho y aprendió a jinetear; tomó parte en varios entreveros
rechazando malones de los indios; asistió a volteadas y presenció los
grandes trabajos que su padre efectuaba. Recorrió
los campos de Llavallol, Casares, Piñeyro, Alzaga, etc., estancias
inmensas algunas de las cuales, como la de Felipe Vela en el Tandil,
llegó a tener 64 leguas cuadradas.
Muy
joven, a los 19 años, se encontró en enero de 1853, en la acción de San
Gregorio, contra la gente del Sur que condujo, Pedro Rosas y Belgrano
contra las tropas sitiadoras de Buenos Aires, acción en la que perdió la
vida el coronel Faustino Velazco, que acompañó al general Paz en todas
las campañas en que mandó en jefe. En
la acción del Tala; fue teniente del regimiento del coronel Sotelo, y
en el año 1858, a causa de un duelo en el campamento y habiéndose hecho
reformista, emigró a Entre Ríos donde se le nombró oficial segundo de la
Contaduría Nacional de Paraná.
Tomó
parte en la campaña contra Buenos Aires, al año siguiente, en clase de
ayudante del batallón Palma, 1º de Línea, batiéndose en Cepeda, el 23 de
octubre, acción en la cual se distinguió por su valor y resistencia
infatigable en las tareas de todo el día y en la noche de aquella
jornada memorable. Fue sargento mayor después en la batalla de Pavón, el 17 de setiembre de 1861. Asistió a la acción de Cañada de Gómez.
Consecuente con la política de la Confederación, combatió después de 1860, como periodista, a Mitre y a Sarmiento. Fue taquígrafo del Senado Nacional en Paraná y secretario privado del general Pedernera, durante su presidencia interina. Triunfante
el Estado de Buenos Aires después de Pavón, Hernández se trasladó a
Corrientes donde desempeñó los cargos de fiscal del Estado y después
ministro del gobernador Evaristo López. De
regreso a Buenos Aires, en 1868, fundó “El Río de la Plata”, pero al
ser asesinado el general Urquiza y levantarse en armas López Jordán
contra el Gobierno Nacional, la imprenta fue clausurada por las
autoridades de Buenos Aires. Hernández
corrió a abrazar la causa jordanista y vencido el caudillo en Ñaembé,
Hernández se vio obligado a emigrar al Brasil por tierra. Vuelto al Plata, se radicó en Buenos Aires, hacia el año 1874, al terminar la presidencia Sarmiento.
En esta época tumultuosa, Hernández fue guerrero, revolucionario, periodista y orador popular. Siempre
fiel al partido federal, que luego fue nacionalista, redactó en
diversos diarios y fundó otros, entre los que cabe mencionar “La Reforma
Pacífica” y el ya citado “El Río de la Plata”, en los cuales, sin lugar
a dudas, estampó sus mejores artículos. Colaboró en “El Argentino” de Entre Ríos. “La Patria” que fundó con Soto en Montevideo, en la época de su ostracismo; y otros más.
De
regreso al país después de que Sarmiento terminó su mandato
presidencial, el infatigable Hernández intervino con toda decisión en
los debates sobre la cesión de Buenos Aires para asiento de la Capital
de la República, el clavo ardiente de aquellos días, actuando como
miembro informante de la comisión y con tal motivo produjo un discurso
que se califica como su mejor pieza oratoria. Al
estallar la revolución de junio de 1880, dirigida por Tejedor,
Hernández abandonó sus quehaceres y se unió a Carlos Guido y Spano, en
la lucha, para dirigir la Cruz Roja. Después,
en la normalidad, fue miembro del Consejo Nacional de Educación,
consejero del Monte de Piedad y del Banco Hipotecario Nacional,
presidente de la comisión popular en la fundación de la capital de la
provincia, e intervino en otros asuntos, como en la creación de la
escuela de Santa Catalina, por ejemplo; en la exposición continental,
etc.
Pero
la obra que ha hecho a José Hernández inmortal es su famoso “Martín
Fierro”, que empezó a escribir allá por el año 1870, y que aparentemente
tenía listo para diciembre de 1872, según escribía en tal fecha a José
Zoilo Miguens: “Al fin me he decidido a que mi pobre “Martín Fierro”,
que me ha ayudado en algunos momentos a alejar el fastidio de la vida
del hotel, salga a conocer el mundo…”. La
primera parte de esta obra admirable por su filosofía, la empezó a
escribir Hernández, en el Hotel Argentino, ubicado entonces frente a la
Casa de Gobierno, en Rivadavia y 25 de Mayo, en las noches de 1871,
cuando la terrible fiebre amarilla hacía estragos en la capital porteña. Hernández
que acababa de fundar su diario, se dirigía de la imprenta al hotel, en
lugar de ir a su quinta, ubicada en una zona delimitada por las calles
Cañitas (hoy Luis María Campos), Cabildo, Olleros y Esteco (hoy José
Hernández), la cual tenía una extensión de 30 manzanas, en la cual hoy
se levanta el Barrio de Belgrano. Y allí escribía apresando en los versos a los personajes que arrancaba en vivo de la pampa. En
su quinta se inspiró para redactar tan admirable trabajo, cuya
publicación estuvo a cargo de Casavalle y su aparición fue uno de los
mayores éxitos literarios que se ha visto en el país.
Hernández
publicó también la “Vida del Chaco”, “Instrucción del Estanciero” y la
“Vuelta de Martín Fierro”, que han contribuido a realzar aún más el
prestigio de este eminente ciudadano argentino.
José
Hernández falleció en su quinta de Belgrano, el jueves 21 de octubre de
1886, atacado de una afección cardíaca y en aquella época desempeñaba
las funciones legislativas de senador. Hasta
5 minutos antes de expirar estuvo en posesión de todas sus facultades y
terminó su vida hablando a su hermano Rafael, que le había acompañado
en tantos sinsabores en su ruda existencia. “Esto se acabó, hermano”, decíale; y expiró diciendo: ¡Buenos Aires! ¡Buenos Aires!.
José
Hernández contrajo matrimonio en la catedral de Paraná, el 8 de junio
de 1863, con Carolina González del Solar, porteña, de cuyo enlace
nacieron seis mujeres y un varón.
Día de la Tradición
La
tradición es el conjunto de costumbres, creencias y relatos de un
pueblo, que se van transmitiendo de padres a hijos. Cada generación
recibe el legado de las que la anteceden y colabora aportando lo suyo
para las futuras. Así es que la tradición de una nación constituye su
cultura popular y se forja de las costumbres de cada región.
El conjunto de las tradiciones de un pueblo está integrado por festividades religiosas, ritos indígenas relacionados con las leyes de la naturaleza, supersticiones, cánticos, bailes, vestimentas, juegos, músicas, comidas…
El Día de la Tradición se celebra en conmemoración del natalicio del poeta José Hernández, autor del libro “Martín Fierro”, máximo exponente de la literatura argentina.
Fuente
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
Turone, Gabriel O. – José Hernandez (1834-1886) – Buenos Aires (2007).
www.revisionistas.com.ar
Yaben, Jacinto R. – Biografías argentinas y sudamericanas – Buenos Aires (1939).
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