Mariano De Vedia
LA NACION
La Iglesia denunció ayer que "el flagelo del consumo de drogas se va expandiendo" y reclamó la aplicación de políticas públicas para asistir a quienes padecen la adicción.
Hace ocho meses los obispos habían alertado sobre que en la Argentina se consume droga a los ocho años, y ahora la Comisión Nacional de Pastoral sobre Drogadependencia, que conduce monseñor Jorge Lozano (obispo de Gualeguaychú), advirtió que existe "una mayor disponibilidad de sustancias, que se pueden conseguir con facilidad", y que se percibe un crecimiento del narcotráfico.
Según el último Informe Mundial sobre Drogas 2011, que la ONU difundió el jueves último, el 7,2% de la población de 15 a 64 años consumió alguna vez marihuana en el último año. Y el porcentaje asciende al 7,6% entre los jóvenes de 13 a 17 años. "Hay más oferta, se difunde la idea de que la droga es igual al cigarillo, que un «porro» no hace daño, y la dirigencia política se suma a la confusión porque no emite mensajes claros", dijo Lozano a La Nacion, al señalar que la Iglesia recibe cada vez con mayor frecuencia consultas de familias y jóvenes castigados por el fenómeno de las drogas.
"Qué bueno sería que la Presidenta y los candidatos a gobernador y a legisladores dijeran con claridad que la droga hace mal y que la atención de este flagelo social aparezca como un tema en la campaña electoral", señaló Lozano, al exigir mayor responsabilidad a la dirigencia política.
En una jornada de tres días, que reunió en Luján a los responsables pastorales de cada diócesis, el organismo del Episcopado atribuyó la expansión de la droga al crecimiento del narcotráfico, y dijo que esta grave problemática social es el "resultado de menos control, más sobornos, más amenazas y más traslado de soberanía a bandas mafiosas que se adueñan de barrios enteros".
En el encuentro, que concluirá hoy, a las 11, con una misa que el obispo Lozano presidirá en la Basílica de Luján, se difundió una declaración que procura concientizar sobre el creciente flagelo de la droga. El documento se titula "Elegir la vida es mejor" y vincula ese "crecimiento nefasto" a la combinación de cuatro elementos: el delito, la corrupción, la impunidad y la tolerancia social.
El informe de la ONU ratifica que la Argentina es el primer país de América del Sur en consumo de marihuana y ocupa el segundo lugar en cocaína. Para la Iglesia, el problema va más allá de lo estadístico y se consolida la percepción de que la Argentina dejó de ser lugar de tránsito y es un país de consumo: es el segundo en la región en consumo de cocaína, detrás de Brasil, según el relevamiento mundial de la ONU.
Para dar idea de un drama social que se multiplicó más de siete veces, allí se indica que en el año 2002 se incautaron 1,6 toneladas de cocaína y que en 2009 se decomisaron 12,6 toneladas. Un informe que circuló hace unos meses entre los obispos señalaba que unas tres millones de personas, de 15 a 64 años, consumieron alguna droga, cuando hace una década el porcentaje no superaba el uno por ciento. Entre los jóvenes, la realidad es más alarmante: consume marihuana el 15% de los alumnos en los últimos años del secundario. En el conurbano bonaerense, es peor y llega al 30 por ciento.
"El reclamo de una mayor eficacia en la persecución del delito y la existencia de deficientes controles fronterizos hace que se escuchen frecuentemente sospechas sobre la vinculación de los dineros del narcotráfico con varias actividades de la vida nacional", señaló la Iglesia, que reunió a los responsables pastorales que trabajan en las áreas de Cáritas, la juventud, la salud y las cárceles para definir las acciones pastorales destinadas a enfrentar el drama del consumo de drogas.
Lozano describió la tolerancia social como uno de los síntomas del creciente fenómeno. "La mayor tolerancia social se debe, entre otras cosas, a una disminución en la percepción del riesgo que provoca el consumo de sustancias", señala el pronunciamiento.
La Iglesia reitera en el documento su rechazo a la despenalización de las drogas. "Hablar de despenalización redunda en facilitar el consumo dando un mensaje confuso, que favorece la tolerancia social y disminuye la percepción del riesgo", afirma en la declaración. Pero aclara, sin embargo, que "al adicto no hay que criminalizarlo, sino ayudarlo".
La legislación actual, se explicó en la reunión, pena la tenencia para el consumo y fija medidas para orientar el tratamiento de las personas afectadas. "Todo camino que oriente a la legalización de las drogas no es bueno. Los informes de las Naciones Unidas rechazan sistemáticamente esta postura y dicen textualmente que sería un error colosal terminar con la fiscalización de las drogas", advierte la Iglesia. Y concluye que la lucha contra la drogadependencia se gana con la educación y la prevención.
EN VOZ ALTA"Hoy se difunde la idea de que la droga es igual al cigarrillo y que un porro no hace daño"
Monseñor Jorge Lozano
Obispo de Gualeguaychú
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